Jaime Lerner
¿Es posible hacer lo que está bien antes de lo que está mal?
Según un principio universalmente consagrado, la mediocridad laboriosa a veces gana a la creatividad perezosa. Porque, para los que no se lo cuestionan, para los que no hacen constantemente una autocrítica de sus actos, siempre es más fácil llevar a cabo las ideas que reciben de otros.
La mediocridad laboriosa, los vendedores de complejidad. Los acumuladores de datos innecesarios y las investigaciones infinitas que no llegan a ninguna conclusión van ganando cada vez más terreno. Pero, a veces, un mero gesto creativo es una acupuntura tan poderosa que hace que todo avance.
El automóvil es nuestra suegra mecánica. Tenemos que mantener una buena relación con él, pero no podemos dejar que dirija nuestra vida: Hay que saber utilizar el coche pero no ser su esclavo. Es como dar un nuevo contenido a la ciudad, consolidándola con el transporte colectivo, con el uso del suelo y con la red viaria que, cuando se integran en una sola directriz, definen la estructura de crecimiento de la ciudad.
En Curitiba implantamos una mejora importante en el sistema de transporte; había que facilitar la subida de las personas al autobús y que no hubiera un desnivel. La primera batalla era conseguir hacer un autobús biarticulado, de gran capacidad. Teníamos que convencer a los fabricantes de que era posible, y de que había mercado para ese producto.
Gracias a Karlos Rischberger, ex Ministro de Hacienda y ex miembro del consejo de Volvo, conseguí una reunión con la dirección de esa empresa, en Gotemburgo, Suecia. Hicimos un estudio de las ciudades que necesitaban encontrar soluciones para el transporte metropolitano en la superficie y en un estudio de viabilidad técnica para mostrar como podía funcionar en Curitiba.
Cual fue nuestra sorpresa al ver que una estructura tan poderosa como aquella solo tenía una carpeta de recortes de periódicos sobre los transportes colectivos. Fue una vergüenza para ellos. Pasaron tanta vergüenza que, al cabo de dos meses. El vicepresidente vino a Brasil a informarme de que estaban dispuestos a empezar a desarrollar el chasis en Curitiba, trabajando conjuntamente con el equipo de Gotemburgo.
Una vez desarrollado el chasis, se hizo una prueba de madrugada para ver sí, con aquella longitud, los autobuses circularían bien por las calles y carriles‐bus. El autobús biarticulado es enorme, tiene capacidad para 270 suecos (y 300 brasileños). Fue una gran victoria.
Pero también era importante conseguir agilizar el trámite del pago del billete y la subida al autobús. Para ello, era indispensable que los pasajeros pagaran antes de subir y que no hubiera un desnivel demasiado grande con respecto al andén. La cuestión del pago se resolvió rápidamente con la instalación de torniquetes en la entrada de la estación tubular. La operación de subida al vehículo también tenía que ser perfecta, para mantener la agilidad y evitar accidentes. Por lo tanto, era esencial que el autobús encajara perfectamente en el tubo. La cantidad de soluciones complejas y caras que nos intentaron vender fue enorme. Una de ellas era aproximar el autobús al tubo de embarque por medio de un dispositivo electrónico. Todas las soluciones que nos presentaron eran extremadamente caras. Tan caras como el coste de la flota de autobuses.
Hasta que el arquitecto Carlos Ceneviva llamó al conductor, que era el jefe de operaciones, Roberto Nogari, y le preguntó si sería capaz de acercar el autobús a la estación tubular de una manera que la puerta quedara exactamente en el andén de entrada. El conductor ni siquiera titubeó y lo acercó perfectamente. Ceneviva le preguntó si tanto él como los demás conductores eran capaces de repetir siempre aquella operación con la misma precisión. El conductor proporcionó la solución de inmediato: una pequeña raya en el cristal del autobús y otra en la estación tubular. Cuando las dos coincidían, terminaba la operación, con perfección, agilidad y seguridad para los pasajeros. Hace once años que funciona este sistema y no ha habido un solo accidente. Fue una acupuntura creativa y una gran victoria sobre la mediocridad laboriosa.
FUENTE: Lerner, Jaime. Acupuntura Urbana. Record, Rio de Janeiro 2003